¿Qué tipo de yoga enseñas?

Publicado el 7 de junio en Yoga Therapy in Practice.  

 

Conocí a Mary cuando ella estaba en un retiro de fin de semana en el Instituto Omega en Rhinebeck, Nueva York. Allí paso una semana cada verano como el principal instructor de Yoga del claustro. Mis responsabilidades son las de enseñar una hora de clase por las mañanas y por las tardes para todos los participantes en el Instituto, así como dar varios talleres de tres horas para los trabajadores. Es un curro particularmente exigente por varias razones. Las clases de las mañanas y las tardes pueden ser enormes, de entre 30 y 75 personas, con un amplio rango de experiencia desde completos principiantes a profesores. Sesenta minutos para facilitar una práctica con un grupo de este tamaño y diversidad es una empresa considerable, especialmente para alguien que enseña un enfoque “personalizado”.

Siempre llego intencionalmente antes de que empiece la clase para conocer todos los estudiantes que pueda. Así es como conocí a Mary, una mujer de unos cuarenta años y madre de dos hijos que estaba saliendo de unmatrimonio lleno de alcohol y abusos físicos. Como el médico le sugirió que el yoga le podría ayudar, ella asistió a un montón de clases distintas del gimnasio local y el centro de yoga. Desafortunadamente, el médico no especificó a qué tipo de yoga ir, lo que denotaba que eran pocas las probabilidades de que este doctor hubiera asistido a alguna clase de yoga en su vida. Mary se sintió confusa e intimidada después de asistir a todas esta clases.

Mary decidió darle una última oportunidad al yoga en Omega, y pareció gratamente sorprendida cuando la saludé antes de la clase. Creo que esta fue la razón por la que Mary se sintió cómoda cuando se acercó a mí después de la clase para preguntar “¿Por qué los profesores de yoga son tan diferentes y qué tipo de yoga es este?”

Durante la comida contesté a sus preguntas lo mejor que pude, empezando desde el principio. Los indicios más antiguos del yoga son las esculturas del periodo chamánico más temprano que datan la creación del Hinduismo y el Budismo. Desde este periodo “pre-clásico” vino la base textual original del yoga, los Vedas, los cuales son esencialmente poesía sánscrita sobre la naturaleza. Eso hace que los Vedas sean muy difíciles de traducir y que estén abiertos a una amplia interpretación.

La tradición clásica del yoga empieza con textos compuestos por varios profesores ofreciendo diferentes interpretaciones y afirmaciones basadas en propias lecturas de los Vedas, conocida como Vedanta. Más explicaciones vienen tanto de la tradición Hindú como la Budista, siendo la filosofía Samkhya la más notable, las epopeyas hindúes ( Mahabarata / Baghavad Gita ), y los Yoga Sutras de Patanjali. La mayor parte de lo que se enseña hoy en los centros de yoga está basado en la tradición clásica. Citar a un gurú, un texto o un linaje está visto como una forma de legitimar o autentificar las enseñanzas. La popularización del yoga en los últimos años ha hecho surgir un gran número de escuelas basadas en el ejercicio físico con clases donde la mayor preocupación se centra en las destrezas físicas más que en cualquier componente espiritual.

Los modelos clásicos y sus descendientes modernos comparten un marco común: están orientados al logro personal. Tanto si el objetivo es una rigurosa postura, una alineación transcendental o unos buenos abdominales, la práctica implica que necesitamos obtener algo. La relación entre profesor y estudiante tiende a ser de alguna forma anónima. En el modelo clásico, hay una estricta jerarquía del conocimiento y un gurú o disciplina dinámica donde el Maestro otorga o transmite la enseñanza al desinteresado admirador. En una clase más nueva, tipo la de un gimnasio, el conocimiento no es tan importante, y a los estudiantes se les deja a sus anchas ya que el profesor lidera más que instruye.

Es importante destacar que este marco dualista es el punto de partida de los orígenes “Pre-clásicos” o “Arcaicos” del yoga. Como Georg Feuerstein, un famoso académico del yoga, escribió:

“El Yoga Arcaico no es nada más que los conocidos ocho caminos de Patanjali o el mejor conocido enfoque del Hatha Yoga con su elaborado arsenal de posturas (asanas). De lo que podemos entender de los himnos védicos, el Yoga Arcaico era menos individual y, como el chamanismo, más intrínsecamente ligado al bienestar de la comunidad más que a la salvación de lo individual. Su principal preocupación era descubrir el orden cósmico a través de una visión inspirada de lo interno, y de ayudar a preservar ese orden en el terreno de la interacción humana a través de actitudes y acciones apropiadas”

“Entonces, ¿tú enseñas “Yoga Arcaico”? Me interrumpió Mary. “Supongo que se podría decir así” Respondí dudoso.

Por desgracia, no hay una escuela específica o un nombre para “sin intención de logro” o enfoques orientados al proceso de la práctica individual. Hubo un intento de acuñar la frase “Vini-Yoga” (“vini” significa “lo que es apropiado”), pero el profesor portador de esta tradición no estaba interesado en crear unnuevo sistema o metodología, y pidió expresamente que el término no fuera usado. Paradójicamente, esto me resulta perfectamente apropiado.

No obstante, la pobre Mary solo quería saber a qué clase de yoga ir, y claramente yo no le estaba ayudando. La comida casi había acabado, así que la convencí para vernos otra vez para cenar y continuar con nuestra conversación. Como el mercado de los artículos relacionados con el yoga ha crecido, así como hay incontables cursos de formación de profesores y cada día más profesores, se ha ido volviendo cada vez más importante articular una partida del enfoque clásico y enfoque moderno del yoga. Estaba decidido a encontrar una respuesta más simple a su tan profundamente simple pregunta.

El taller que impartí después de la comida para la plantilla de Omega fue la oportunidad perfecta. Este era un grupo mucho más pequeño, menos de diez personas, con un tipo de estudiantes muy diferente al de Mary. El instituto Omega es uno de los centros más grandes de estudios holísticos en el paísy cuenta con todos los tipos de yoga habidos y por haber, incluyendo los profesores más aclamados de todo el mundo. A cambio de su trabajo, el personal tiene a su alcance la oportunidad de experimentar todos y cada uno de ellos.  Esto tiende a hacerles mucho más perspicaces que el estudiante medio de una clase para todos los niveles. 

Siempre empiezo estos talleres con una reflexión sobre los orígenes del yoga. A menudo me pilla por sorpresa el hecho de que solo unos pocos asistentes saben del tema y la cantidad de fe ciega que los profesores fomentan en sus alumnos. Muchas veces, cuanto más experto es el alumno, menos dispuestos están a tener un intercambio real. En este caso,  hubo una estudiante que se mostraba profundamente hostil y molesta incluso simplemente porque yo estuviera hablando. En el pasado la hubiera ignorado, pero como acababa de tener esa conversación con Mary, sentí la necesidad de dirigirme a esa estudiante.

“¿Entonces está usted interesada en lo que estamos hablando?” “¿Qué es esto, una conferencia o algo así? Pensaba que estaba en una clase de asanas” “Bueno, tenemos tres horas. Pensé que un debate estaría bien antes de ponernos con la práctica, y mucho de lo que estoy hablando ahora tiene que ver con lo que voy a dar hoy” “Bueno, yo estoy interesada en asanas avanzadas” “Ok”, dije, “¿Qué significa para ti una asana avanzada?”

Puso los ojos en blanco e hizo un split dejándose caer hacia adelante con despreocupación sin responder a mi pregunta. Me impactó muchísimo la manera que eligió de ignorarme. El resto de estudiantes parecían igualmente sorprendidos pero yo continué la conversación sin ella haciéndoles la misma pregunta al resto de los presentes. Esto llevó a una discusión sobre lo que en yoga significa “avanzado”. ¿Ser capaz de llevar a cabo difíciles e intricadas posturas hace que alguien sea “avanzado”? Si no es así, ¿cuál es el objetivo de la práctica?

De repente, una mujer sentada en split se levantó y dijo, “El Maestro Patanjali dijo que el verdadero objetivo del yoga es alcanzar la percepción directa de la realidad última”.

Después de un momento de incómodo silencio, dije, “Os rogaría que dudaseis de que haya un objetivo en el yoga. Para mí, es como decir que el sol tiene un objetivo para estar el cielo. Y no estoy seguro saber lo que signifique “alcanzar la percepción directa de la realidad última”, ¿y tú?

“¿Tú no tienes un guru?” me preguntó, y rodó para atrás hacia la postura del arado.

Esto disparó el interés de otro estudiante, que preguntó, “¿Tienes algún gurú?”

Yo respondí, “Tengo profesores que me han aportado una base técnica y me han ayudado a descubrir un entendimiento propio de la práctica, por lo cual estoy profundamente agradecido. Pero no creo que esto constituya lo que la mayoría de la gente piensa que es gurú. De hecho, los profesores que más me han influenciado rechazan la divinización de los gurús, y yo estoy de acuerdo con ello. Mi práctica está dedicada a SAT GURU. SAT se refiere a lo que existe o es. SAT GURU es el profesor que existe dentro de cada uno de nosotros. Todos tenemos acceso directo al SAT GURU por derecho natural.

Esto llevó a más intercambio de ideas sobre los Yoga Sutras de Patanjali, lo que yo reconocí como documentos muy valiosos, llenos de profundas verdades, pero advertí sobre delegar demasiado en determinados textos o profesores. Yo sugerí que el Yoga es inherente a la naturaleza y a la vida, que el hecho de tratar de conseguir o lograr algo es un impedimento para la simple experiencia del yoga, y esto se expresa en “cómo” llevamos a cabo nuestra práctica mucho más que en “qué poses” practicamos.

Entonces procedimos a tener dos horas de práctica enfatizando la respiración y la calidad de la práctica mucho más que en cualquier idea sobre la forma. Cuando era necesario, modificábamos las posiciones de forma que cada postura suponía un reto que podía afrontarse con una actitud liviana y sin esfuerzo. La mujer que me ignoró antes continuó haciéndolo, y solo en alguna ocasión se unió al resto de la clase. Se pasó la mayor parte del tiempo en su propio mundo haciendo todo tipo de equilibrios con los brazos y splits sin llevar una respiración consciente. Cuando terminamos, la mujer se fue rápidamente.

Mientras los estudiantes iban saliendo, un hombre de pelo largo y gris que estuvo escuchando silenciosamente la discusión y que siguió cuidadosamente cada una de mis instrucciones durante la práctica, me puso una mano en el hombro y dijo, “La gente es lo que es. Quiero agradecerte tu honestidad y coraje. Para mí tu yoga es más “ser” que “hacer”. Eso es útil” Sonrió.

En la cena le conté a Mary que la razón por la que los profesores de yoga son tan diferentes es la misma por la que la gente es tan diferente. Hablamos sobre donde vivió y los diferentes tipos de yoga en su zona. Sugerí que probase diferentes profesores, y si no pudiese encontrar uno con el que se sintiera a gusto, debería entonces desarrollar una práctica individual en casa.

Básicamente, no hay una autoridad externa para el yoga. El profesor no está ahí para ordenar, sino para facilitar apreciación para el trayecto espiritual que está teniendo lugar. Los profesores, los textos y las posturas son solo vehículos de lo que viene de dentro. Lo único que distingue un profesor de un estudiante es la experiencia, y cuando se juntan para compartir y entender mutuamente la práctica, la distinción entre profesor y estudiante desaparece. El profesor dice: “Lo que estoy enseñándote, ya lo sabes. Está dentro de ti, es tú”.

El modelo clásico del Yoga ensombrece la verdad creando “niveles” y asignando a la gente posiciones de poder. Conforme la terapia del yoga continúa a definirse, tengo la esperanza de no seguir este modelo, y espero que el desarrollo clínico y profesional no sacrifique el contexto esencial de la relación entre profesor y alumno.